Mareros: hijos de la gran historia

Por Luis Mayat

Era 1997 en una de esas noches en que todo iba bien: mis amigos uno a uno se fueron, incluso el tierrero que también le fascino la mirada de la mujer que me había parado el reloj.
- ¿Me acompañas a mi casa? Me dijo repentinamente. En minutos ya estábamos metidos en un barrio cercano al centro. Ah! todo era lindo hasta que nos despedimos, di la media vuelta y me percate de que el camino era largo y que no eran horas de andar solito en la calles. Ya la voz de alerta del nahual había sonado, a pocos pasos me percaté de que en la esquina había un grupo de seis jovencitos de unos 14 a 16 añitos. Cada uno sostenía una botella de un litro de cerveza, uno de ellos se acerco amenazante y los otros cinco le dijeron al unísono:
-¡No, déjalo pasar! Pasé y no di más de 15 pasos cuando me di cuenta que estaba acorralado por al menos una docena al frente y los seis de atrás. De ese momento solo recuerdo la mutación al felino que me habita y corrí hacia los seis que ahora sostenían las botellas como bates. El primero cayó de rodillas revolcándose cuando le pase rozando el gas que mantuve encendido apuntado a sus caras. Sin detenerme ni para respirar, escuche el ruido del cristal estallando y aproveché la décima de segundo para des encorralarme, trepar una casa, correr por los techos, saltar cercas sin parar hasta una hora después sin saber en qué parte de ese pueblo me encontraba.
Al regresar a la casa de mis cuates, ellos me aconsejaron salir al siguiente día ya que la semana antes alguien también se había defendido con gas y recientemente había sido asesinado. Mi visita y mi cita con Katia habían terminado temprano y mi lección de la existente cruda realidad de las maras me había dejado absorto en mi propia necedad de entender esta masa de cachorros que me habían querido desfigurar sin conocerme y que se identificaban con un número y un nombre colectivo.

Visitando la incubadora
Coincidentemente ese mismo año después de un largo viaje, estuve unas semanas en Oakland y Berkeley, muy cerca de la gigantesca ciudad de Los Ángeles, California. Decidí que quería conocer la calle 18 en la Rampart de L.A. lugar de nacimiento de la gang eighteen, formada en los 60’s por chicanos, pochos, y mexicanos como respuesta a la hostilidad racial e inmensa cantidad de “gangs” en LA. (Crips, Bloods, Asian, Supremacista blanco).
Tome un bus, me baje en la parada de la calle 16 y me metí a la primera tienda que vi, compre algo, y le pague al puertorriqueño que me atendió.
- ¿Es peligroso si camino por estas calles?- le pregunte al ramplón.
– Careful, aquí las maras operan solo dentro de su propio barrio y tu estas adentro, así que lo mejor es que vayas de tienda en tienda, for your safety- me dijo.
-Que interesante estrategia de mercadeo- pensé. Era verdad ya me sentía adentro, caminaba barrios empobrecidos desde los 70,s al terminar el “boom” económico que se dio después de la segunda guerra mundial, fabricas cerradas, escuelas súper equipadas pero sin personal calificado, parques raídos por los años, edificios abandonados, obvia la falta de atención del gobierno municipal, estatal y federal. En los ochentas despidieron miles de trabajadores, suspendieron servicios sociales, reprimieron al más del millón de refugiados y sus familias que huían de las guerras de América Central. Muchos jóvenes ante la estructura pandilleril existente en Los Ángeles, fundaron su propia pandilla: la mara Salvatrucha de los jóvenes salvadoreños, hondureños, guatemaltecos, nicaragüenses. Y como todas las “gangs” fue impactada por el proyecto del crack de cocaína del proyecto Irán–contra, en los 80’s. El crack era introducido a los guetos de Estados Unidos, empezando con las pandillas de Los Ángeles, para crearle un nuevo mercado a la cocaína traficada para financiar la compra y distribución de armas para las redes del Gobierno secreto de George H. W. Bush, quien respondió al tema en una entrevista de la reportera Sara Newcomb, en diciembre de 1,992 -“If the people knew what we had done, they would chase us down the street and lynch us”.
-“Si la gente supiera lo que hemos hecho, nos perseguirían por la calle y nos lincharían”.
Made in USA al mundo
Cuando las guerras en América Central cesaron a principios de los 1990, Estados Unidos empezó un programa de deportación generalizada de estos jóvenes pandilleros a sus países de origen, países que no tenían nada que ofrecerles y ninguna capacidad para controlar el delito. Los Acuerdos de Paz de América Central no se han cumplido dejando decenas de miles de ex guerrilleros y soldados desempleados, los acuerdos comerciales no trajeron ningún desarrollo económico, sino sólo más libre comercio, un mercado negro de armas enorme, las deportaciones en masa apoyaron la evolución y crecimiento de las Mara 18 y la Mara Salvatrucha. La cultura de las maras importada desde EU encontró en los países centroamericanos condiciones favorables para su desarrollo y expansión, encontraron una población de jóvenes a los cuales la palabra masacre, secuestro, extorsión, emboscada, violación, mutilación, era ya parte en el diario hablar de su población.
Es fundamental hablar del entorno de las maras, con el claro entendimiento que el problema es producto de condiciones sociales y medioambientales y no el resultado de condiciones genéticas o psicológicas. Aquí se firmaron varios acuerdos para dar fin a la guerra, y la población continua sintiendo en carne propia esta guerra. Es importante desmitificar la idea que las pandillas son responsables de la mayoría de violencia, al contrario en muchos lugares solo representan el 1 % de los crímenes, son los sicarios, paramilitares, policías, autoridades, individuales y bandas, las responsables de la mayoría de violencia en estos países.
Hay claras relaciones entre algunas variables socioeconómicas y el marero, la relación entre educación, ingreso familiar, hacinamiento de familias, estado de la infraestructura del barrio, etc., aunque pueden ser obvias las relaciones entre pobreza y pandillas juveniles, también hay barrios pobres sin este problema. Por eso es más preciso hablar de un entorno social y comunitario de pobreza, que de la pobreza económica de las familias.
En una comunidad donde hay capital social, hay menos posibilidades de evolución y expansión de las maras; entendido el capital social como las relaciones entre las personas, los espacios que permiten cooperar, la confianza interpersonal, la participación comunitaria, la presencia de espacios públicos positivos de encuentro y expresión, el apoyo y unidad de las autoridades locales, administrando eficientemente los espacios públicos y estimulando la interacción comunitaria. Muchos estudios puntualizan que lo que buscan estos jóvenes en su normalidad de adolescentes es la necesidad de la aprobación y el respeto de su círculo, seguridad y protección, apoyo y aceptación grupal, definir identidad de edad y género. El que una comunidad sea pobre no es motivo para que sea un semillero de jóvenes guiados por otro más de los cultos importados, que desgarran los pueblos y barrios, lo que sí es seguro es que las simples medidas policíacas son inútiles o dañinas. En los operativos policíacos, las autoridades entran a la comunidad, reprimen, controlan y luego se retiran, dejando a la comunidad más desarticulada, sospechosa y desconfiada. Lo que ellos llaman mano dura, o súper mano dura es represión masiva que solo puede contener los síntomas pero no solucionar el problema de raíz, las evaluaciones de estos programas hablan claramente de sus limitaciones. Ahora, quieren encerrar a los niños en cárceles de adultos cuando el sistema de justicia no funciona ni siquiera para los adultos, tanto en términos de investigación, procesos y resolución de casos, como de atención y reinserción de los delincuentes y criminales.
¿Una solución?
Sin embargo, varios proyectos preventivos en los USA como: SAFER (“más seguro”, en inglés) Seguridad, Apoyo, Familia, Educación y Recursos, también “Gang Intervention Partnership” (GIP) en los vecindarios Columbia Heights/Shaw en DC; “Identity” en Montgomery, Maryland; y el “Community Mobilization Initiative” (CMI), en Herndon, Virginia, y en Nicaragua con su ley de promoción de desarrollo integral de la juventud, “proyecto prevención social del delito” y “plan de atención a la violencia juvenil”, prueban con hechos tener positiva efectividad, además de indicar que cada dólar gastado en un programa de prevención, intervención y rehabilitación ahorra 7 dólares gastados en represión y cárcel.
Después de doce años de este ataque, leo que la mitad de la población de Guatemala tiene menos de 18 años, esto visto con ojos de esperanza y fe, representa un tremendo capital.
¿Dónde va Guatemala a invertir ese poder?

1 comentario:

  1. La vision del sector americano de extrema derecha que se viene dando desde la epoca de la "United Fruit Company" sigue dando sus cosechas; el trauma psicologico que produjo la violencia de tantas guerras civiles, la pobreza y la falta de educacion son terreno fertil en el cual crecen los vastagos de aquellos que vivieron esos tiempos, terreno fertil en cual como dices: "la palabra masacre, secuestro, extorsión, emboscada, violación, mutilación, era ya parte en el diario hablar de su población." Con respecto a la idea de encarcelar a los menores como parte de la poblacion adulta, me parace que esa vision que mensione anteriormente aun sigue de alguna forma penetrando la mente de personas que tal vez no sean radicales en si mismas. Tengo que decir que creo que USA pude ser un ente benigno en el mundo, pero si esta idea es una de su exportaciones pues no esta nada bien. Te dejo esta nota factual. Saludos! Oscar Escobar
    "The United States has the highest reported incarceration rate in the world. While the United States currently incarcerates 750 inmates per 100,000 persons, the world average rate is 166 per 100,000 persons. Russia, the country with the second highest incarceration rate, imprisons 624 per 100,000 persons. Compared to its democratic, advanced market economy counterparts, the United States has more people in prison by several orders of magnitude. Although crime rates have decreased since 1990, the rate of imprisonment has continued to increase." http://webb.senate.gov/pdf/prisonfactsheet4.html

    ResponderEliminar