Por Giovanni Pinzón
Pendiente y preocupado a la espera de a saber qué... en medio de este oscurantismo que nos tiene sometidos, temerosos y angustiados. Contenidos en nuestra pasividad que admirablemente, parece no tener límites al igual que nuestra ignorancia y falta de información (exceso de desinformación). Anarquía, caos, chismes y violencia, cada uno o cada quién culpando al otro, corrupción e impunidad. Guatebolas, Guatebala, mejor Guatemaya... gane quién gane, pierda cual pierda, por aquí, como siempre, la vida sigue igual. Sin beneficios y muchas desventajas pero con todo el amor a esta tierra y a sus pueblos, que pacientemente han sobrevivido y soportado las inclemencias del destino, con fe en que pronto vendrá un día mejor, en espera de paz y desarrollo. Es triste estar conciente, ver como en Guatemala, muchos nichos del gobierno y el Estado han sido mal usados, desbaratados y corrompidos. Poseídos a manos de traidores vende patrias, bélicos y codiciosos, proxenetas de su propia familia y su nación. Han tomado el toro por el rabo y por los cuernos, con sus criadillas preparan su ceviche y con toda tranquilidad, presumen del banquete. A lo largo de nuestra historia, hemos cargado con estos inescrupulosos usurpadores, farsantes, inteligentes y astutos, maestros del disfraz. Hemos perdido la confianza, la sociedad se encuentra confundida y dividida, los guatemaltecos reincidimos incapaces en ponernos de acuerdo y reaccionar de manera efectiva. Una de las dolencias en un país subdesarrollado es la ausencia de un sentido común colectivo, una sociedad fragmentada e incomunicada es incapaz de sostener un estado sólido que la respalde. Tampoco existe un gobierno conciente y comprometido a su nación, responsable de cubrir las garantías necesarias para imponer y mantener un estado de derecho. Los que pueden se escapan sin mirar atrás, sin querer volver, muchos se hermetizan encerrándose dentro burbujas fantasiosas y artificiales, sin querer ver ni oír ni hablar. Guatemala es hermosa, tiene mucha gente valiosa, digna, conciente y productiva, merecemos una mejor historia para contar. Muchos de nuestros talentos siguen aún por ser descubiertos y explotados para el bien y beneficio de todos. ¿Cómo fue que caímos en este agujero? Nuestros padres lucharon un día, encendidos en patria codicia y disputando entre choques sangrientos nos postraron al hampa y al mal. Y aquí estamos pagando la deuda con nuestra sangre, nuestro esfuerzo, nuestro trabajo y nuestras cosechas. Todo para menester de unos pocos glotones que frívolamente, con engaños y vesania, abducen el poder y se adueñan de nuestra república. Delincuentes, que además hurtan nuestros impuestos, no titubean un segundo ni escatiman consecuencias, su hambre de poder y riquezas es crónica, su gula es severa. Junto a sus aliados, sus sirvientes y protegidos, representan en carne y hueso las virtudes del mismo Satanás y de sus ángeles caídos, vomitados por el cielo. Engendros aborrecidos en la tierra, maldecidos por el suelo que pisan, destinados a deambular sin sentido hasta encontrar su triste y solitario final. Apátridas, insensatos, déspotas y prepotentes, piratas sin puerto ni destino, pronto los veremos zozobrar. Distraídos en su avaricia, sin aviso, la barca se les hará demasiado pesada e inevitablemente, se perderán en el fondo del mar. Pero no con sus huesos se ahogará su recuerdo, tan solo sus tesoros mal ganados, las ruinas de su pedestal y los de su nefasto proceder. Escaparán pocos del naufragio, algunos sobreviran deseando no haber sido tan afortunados. Sobre sus espaldas, ellos y sus herederos, llevarán escrita su obscura historia, avergonzados de su macabro legado. Humillados, serán vivo ejemplo de algunos de los peores males que con el paso de los años y que a través de generaciones se han arraigado en nuestra identidad y en nuestra cultura. Falta de sentido de nación, carencias de amor patrio e integración social, xenofobia, racismo y clasismo, fuertes tendencias al abuso y explotación del débil, del menos aventajado o del que se deje. Estrechez de pensamiento, una pobre comprensión del pasado, el presente y el futuro de nuestra historia como país y como nación, una diminuta cosmovisión. Con los escombros del hundimiento, saldrá además a flote nuestra ineptitud, cobardemente aceptada y resignada. Calamidad sería no mirarla y caer nuevamente víctimas en necio conformismo e inexplicable sumisión. Nuestra culpa sería no protestar y quedarnos callados, negar que millones de guatemaltecos ya entendimos las lecciones y que lo único que pedimos es lo que por derecho merecemos. Una casa, una familia, una nación, un lugar, un país donde poder vivir en paz, para crecer con orgullo, trabajar y morir con satisfacción y dignidad. Sabiendo que dejamos la casa mejor de lo que la recibimos y no, que igual a nuestros predecesores, solamente venimos a tomar ventaja de ella y a destruirla. Esa es nuestra elección y un aprendizaje que como ciudadanos, no hemos superado desde la fundación de la nación. Desde que los abuelos de nuestros abuelos, entre aires de conquistadores y desaires de conquistados, fecundaron nuestra bizarra estructura social, cimentando las bases de lo que se convirtió en nuestra precaria condición económica y política actual.
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Excelente comunicado. San Pedro la Laguna, el Lago y los alrededores tendran un despertar dramático. La resistencia pacifica del arte volvera a San Pedro la Laguna. Con todo compas!
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